Nanotecnología y alimentación:

¿lucha contra el hambre, mejores alimentos o más negocios globalizados?


Como siempre, vamos corriendo desde atrás. Los “nanoalimentos” ya están entre nosotros.

El “principio precautorio” nos indica que debemos desconfiar de la forma en que se aplicarán estos tremendos avances tecnológicos, y qué consecuencias traerán aparejadas.

Así como la “revolución verde” –que prometía “alimentos buenos y baratos para todos”- se transformó en el gran negocio de los OGM y la inusitada concentración del poderío económico en pocas empresas transnacionales. Patentamiento de semillas, apropiación de la biodiversidad, agronegocios, agrotóxicos, expulsión de campesinos y tierra para producir combustibles. Todo a partir de un engaño orquestado desde su origen.


¿Podemos creer que los resultados de la modificación “atómica” serán mejores que los obtenidos con la manipulación “genética” de las semillas?

Si vemos cuáles son las empresas –y la estrategia de silencio adoptada por ellas- que invierten en desarrollo nanotecnológico en el “mercado de la alimentación”, más que preocuparnos, tendremos que ocuparnos del tema.

En consecuencia, debemos tener presentes tres principios básicos:

1) Las nuevas tecnologías, por si solas, no resuelven las viejas injusticias.

2) En las relaciones capitalistas, el objetivo del desarrollo tecnológico es el lucro y no la satisfacción de las necesidades de la gente.

3) Cualquier tecnología nueva que se introduzca en una sociedad que no sea esencialmente justa, tenderá a agravar la diferencia entre ricos y pobres.


miércoles, 16 de noviembre de 2011

Nanotecnología bajo la lente de los consumidores


16 de noviembre de 2011

La nanotecnología promete avances científicos extraordinarios, pero deja abierta todavía muchas incógnitas acerca de los riesgos sobre la salud y el medio ambiente.

No hay estudios en profundidad sobre los efectos de la Nanotecnología en la salud y el medio ambiente.
No hay estudios en profundidad sobre los efectos de la Nanotecnología en la salud y el medio ambiente. (Thomas Kern)
Asociaciones de consumidores y la Universidad de Lausana pusieron en marcha una campaña de sensibilización de estas sustancias futuristas que, al mismo tiempo, son tan comunes.

¿Qué tienen en común una crema solar invisible, un tejido a prueba de manchas y un frigorífico que repele olores? ¿Y la cadena de una bicicleta con neumáticos de última generación? Hijos de la nanotecnología, estos productos contienen sustancias imperceptibles por el ojo humano, capacidades sorprendentes y riesgos todavía desconocidos.

Las nanopartículas se encuentran ahora en más de 1.000 artículos que se venden en el mercado y existen más de 500 empresas suizas que utilizan estas nuevas tecnologías en la investigación o en la producción; aunque sin que los ciudadanos sean plenamente conscientes de ello. Tampoco hay estudios en profundidad sobre los efectos que estas sustancias pueden ocasionar en la salud y el medio ambiente.

“En las últimas dos décadas, la nanotecnología ha sido presentada como una revolución científica, capaz de cambiar los procesos de producción y permitir avances en la electrónica, la medicina, las energías renovables o la agricultura”, explica Marc Audétat, investigador de la Plataforma de Ciencia y Sociedad de la Universidad de Lausana.

Las esperanzas de los investigadores son numerosas: se habla de un gel que permite que los dientes crezcan o incluso de las interacciones de un cerebro a otro, sin olvidar la ralentización de los efectos del envejecimiento.

Si estas invenciones son, por el momento, más propias de ciencia ficción, las dudas relacionadas con estas nuevas tecnologías son reales. La Federación de Consumidores de la Suiza francófona, junto a la Plataforma de Ciencia y Sociedad de la Universidad de Lausana, han decidido poner en marcha una campaña de sensibilización para trasladar el debate a la opinión pública y permitir a los ciudadanos tener una idea sobre las limitaciones y beneficios de estas nuevas tecnologías.

Para ello se acaba de inaugurar una exposición itinerante en el oeste de Suiza que realizará una gira por el país durante 2012.

Por un átomo más o menos

Presentes en la naturaleza o como resultado de la mano del hombre, las nanopartículas están compuestas por unos pocos miles de átomos y es exactamente su número el que determina sus propiedades.

“Algunos materiales se reducen a unas dimensiones infinitamente pequeñas, cambian las características. Es el caso, por ejemplo, del dióxido de titanio que, en su estado natural, se utiliza para la pintura en forma de polvo blanco.

Una vez reducida, la nanopartícula se hace transparente y forma un filtro contra los rayos UV”, explica Huma Khamis, bióloga y responsable del dossier sobre la nanotecnología en la Federación de Consumidores de la Suiza francófona.

Sus propiedades pueden ser sorprendentes, pero también son muy difíciles de definir porque basta la diferencia de un solo átomo de más o menos para modificarlas radicalmente. Además, las nanopartículas tienen una superficie de contacto particularmente grande con respecto a su masa y, por lo tanto, son muy sensibles al ambiente externo y altamente impredecibles.

Una mayor preocupación es, sobre todo, el contacto de estas sustancias con el cuerpo humano: “No se puede excluir que estas partículas se introduzcan en el cuerpo mediante la respiración o la alimentación, con consecuencias inesperadas para la salud”, señala Huma Khamis.

Falta investigar los riesgos

Según un estudio realizado por el Fondo Nacional (PNR), en proporción a los esfuerzos de la investigación sobre las posibles aplicaciones de la nanotecnología, hasta ahora la inversión suiza en materia de riesgos es extremadamente baja.

Experimentos en animales han revelado efectos adversos en el sistema respiratorio. O, en el caso de las nanopartículas de dióxido de titanio (utilizadas en los protectores solares), se han encontrado como causantes del desarrollo de un tumor en ratones.

Por el momento, la investigación toxicológica está en una fase embrionaria y por tanto es difícil establecer normas más estrictas para el comercio en Suiza y en el extranjero.

Esto no quiere decir -opina Khamis- que los consumidores deban actuar como conejillos de indias. “La industria debe demostrar que estas sustancias que están en el mercado son realmente inofensivas, especialmente en lo que atañe a los productos cosméticos o, en general, a todos los productos que entran en contacto con el cuerpo humano. No solo eso, los ciudadanos tienen derecho a saber qué productos contienen nanopartículas. Se trata de una cuestión de transparencia y libertad de elección del consumidor”.

" Los ciudadanos tienen derecho a saber qué productos contienen nanopartículas. Se trata de una cuestión de transparencia y libertad de elección del consumidor. "
Huma Khamis, Federación de Consumidores de la Suiza francófona

El espectro del amianto

El uso de nanopartículas también ha planteado bastante preocupación en lo referente a sus repercusiones en los trabajadores. El espectro del amianto -que sigue matando a 100.000 personas cada año en el mundo- se toma a menudo como un ejemplo, aunque a primera vista la comparación puede parecer excesiva.

Bajo acusación están en especial los nanotubos de carbono, de los que en los últimos años se produjeron 700 toneladas. Pero si sus cualidades son más que prometedoras para la industria, los efectos sobre la salud parecen muy similares a los del amianto.

“La historia nos enseña la importancia de la investigación preliminar para determinar los posibles efectos de las nuevas tecnologías y evitar una tragedia como la del amianto”. De acuerdo con Marc Audétat, aunque en el momento el ‘lobby’ de esta industria había tapado el caso, hoy en día, el riesgo de una deriva de este tipo es menor.

“Esto no quiere decir que el conocimiento sobre los efectos de las nanopartículas sea limitado y, en vez de lanzar un debate transparente, se tiende siempre a poner más énfasis en los avances científicos todavía no alcanzados”.

En Suiza no existe por el momento ninguna ley federal al respecto. “Suiza tiene que invertir más en investigación sobre los efectos de las nanopartículas sobre la salud, con el fin de desarrollar normas para el uso de estas tecnologías en la industria, la agricultura y la alimentación”, concluye la bióloga Khamis.

“A pesar de los esfuerzos, el mundo científico no ha alcanzado aún un consenso sobre la definición de una nanopartícula y las precauciones que deben tomarse en su manipulación”.

Stefania Summermatter, swissinfo.ch
(Adaptación: Iván Turmo)