Nanotecnología y alimentación:

¿lucha contra el hambre, mejores alimentos o más negocios globalizados?


Como siempre, vamos corriendo desde atrás. Los “nanoalimentos” ya están entre nosotros.

El “principio precautorio” nos indica que debemos desconfiar de la forma en que se aplicarán estos tremendos avances tecnológicos, y qué consecuencias traerán aparejadas.

Así como la “revolución verde” –que prometía “alimentos buenos y baratos para todos”- se transformó en el gran negocio de los OGM y la inusitada concentración del poderío económico en pocas empresas transnacionales. Patentamiento de semillas, apropiación de la biodiversidad, agronegocios, agrotóxicos, expulsión de campesinos y tierra para producir combustibles. Todo a partir de un engaño orquestado desde su origen.


¿Podemos creer que los resultados de la modificación “atómica” serán mejores que los obtenidos con la manipulación “genética” de las semillas?

Si vemos cuáles son las empresas –y la estrategia de silencio adoptada por ellas- que invierten en desarrollo nanotecnológico en el “mercado de la alimentación”, más que preocuparnos, tendremos que ocuparnos del tema.

En consecuencia, debemos tener presentes tres principios básicos:

1) Las nuevas tecnologías, por si solas, no resuelven las viejas injusticias.

2) En las relaciones capitalistas, el objetivo del desarrollo tecnológico es el lucro y no la satisfacción de las necesidades de la gente.

3) Cualquier tecnología nueva que se introduzca en una sociedad que no sea esencialmente justa, tenderá a agravar la diferencia entre ricos y pobres.