16 de noviembre de 2011
La nanotecnología promete avances científicos extraordinarios, pero deja abierta todavía muchas incógnitas acerca de los riesgos sobre la salud y el medio ambiente.
No hay estudios en profundidad sobre los efectos de la Nanotecnología en la salud y el medio ambiente. (Thomas Kern) |
Las nanopartículas se encuentran ahora en más de 1.000 artículos que se venden en el mercado y existen más de 500 empresas suizas que utilizan estas nuevas tecnologías en la investigación o en la producción; aunque sin que los ciudadanos sean plenamente conscientes de ello. Tampoco hay estudios en profundidad sobre los efectos que estas sustancias pueden ocasionar en la salud y el medio ambiente.
“En las últimas dos décadas, la nanotecnología ha sido presentada como una revolución científica, capaz de cambiar los procesos de producción y permitir avances en la electrónica, la medicina, las energías renovables o la agricultura”, explica Marc Audétat, investigador de la Plataforma de Ciencia y Sociedad de la Universidad de Lausana.
Las esperanzas de los investigadores son numerosas: se habla de un gel que permite que los dientes crezcan o incluso de las interacciones de un cerebro a otro, sin olvidar la ralentización de los efectos del envejecimiento.
Si estas invenciones son, por el momento, más propias de ciencia ficción, las dudas relacionadas con estas nuevas tecnologías son reales. La Federación de Consumidores de la Suiza francófona, junto a la Plataforma de Ciencia y Sociedad de la Universidad de Lausana, han decidido poner en marcha una campaña de sensibilización para trasladar el debate a la opinión pública y permitir a los ciudadanos tener una idea sobre las limitaciones y beneficios de estas nuevas tecnologías.
Para ello se acaba de inaugurar una exposición itinerante en el oeste de Suiza que realizará una gira por el país durante 2012.
Por un átomo más o menos
“Algunos materiales se reducen a unas dimensiones infinitamente pequeñas, cambian las características. Es el caso, por ejemplo, del dióxido de titanio que, en su estado natural, se utiliza para la pintura en forma de polvo blanco.
Una vez reducida, la nanopartícula se hace transparente y forma un filtro contra los rayos UV”, explica Huma Khamis, bióloga y responsable del dossier sobre la nanotecnología en la Federación de Consumidores de la Suiza francófona.
Sus propiedades pueden ser sorprendentes, pero también son muy difíciles de definir porque basta la diferencia de un solo átomo de más o menos para modificarlas radicalmente. Además, las nanopartículas tienen una superficie de contacto particularmente grande con respecto a su masa y, por lo tanto, son muy sensibles al ambiente externo y altamente impredecibles.
Una mayor preocupación es, sobre todo, el contacto de estas sustancias con el cuerpo humano: “No se puede excluir que estas partículas se introduzcan en el cuerpo mediante la respiración o la alimentación, con consecuencias inesperadas para la salud”, señala Huma Khamis.
Falta investigar los riesgos
Experimentos en animales han revelado efectos adversos en el sistema respiratorio. O, en el caso de las nanopartículas de dióxido de titanio (utilizadas en los protectores solares), se han encontrado como causantes del desarrollo de un tumor en ratones.
Por el momento, la investigación toxicológica está en una fase embrionaria y por tanto es difícil establecer normas más estrictas para el comercio en Suiza y en el extranjero.
Esto no quiere decir -opina Khamis- que los consumidores deban actuar como conejillos de indias. “La industria debe demostrar que estas sustancias que están en el mercado son realmente inofensivas, especialmente en lo que atañe a los productos cosméticos o, en general, a todos los productos que entran en contacto con el cuerpo humano. No solo eso, los ciudadanos tienen derecho a saber qué productos contienen nanopartículas. Se trata de una cuestión de transparencia y libertad de elección del consumidor”.
Huma Khamis, Federación de Consumidores de la Suiza francófona
El espectro del amianto
Bajo acusación están en especial los nanotubos de carbono, de los que en los últimos años se produjeron 700 toneladas. Pero si sus cualidades son más que prometedoras para la industria, los efectos sobre la salud parecen muy similares a los del amianto.
“La historia nos enseña la importancia de la investigación preliminar para determinar los posibles efectos de las nuevas tecnologías y evitar una tragedia como la del amianto”. De acuerdo con Marc Audétat, aunque en el momento el ‘lobby’ de esta industria había tapado el caso, hoy en día, el riesgo de una deriva de este tipo es menor.
“Esto no quiere decir que el conocimiento sobre los efectos de las nanopartículas sea limitado y, en vez de lanzar un debate transparente, se tiende siempre a poner más énfasis en los avances científicos todavía no alcanzados”.
En Suiza no existe por el momento ninguna ley federal al respecto. “Suiza tiene que invertir más en investigación sobre los efectos de las nanopartículas sobre la salud, con el fin de desarrollar normas para el uso de estas tecnologías en la industria, la agricultura y la alimentación”, concluye la bióloga Khamis.
“A pesar de los esfuerzos, el mundo científico no ha alcanzado aún un consenso sobre la definición de una nanopartícula y las precauciones que deben tomarse en su manipulación”.
(Adaptación: Iván Turmo)
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