La Real Academia Española de Letras define a la nanotecnología como la ‘Tecnología de los materiales y de las estructuras en la que el orden de magnitud se mide en nanómetros, con aplicación a la física, la química y la biología’.
Y un nanómetro es ‘una medida de longitud que equivale a la milmillonésima parte del metro’.
En otras palabras, la nanotecnología opera y y manipula las estructuras moleculares y sus átomos, fabricando materiales y máquinas a partir del reordenamiento de átomos y moléculas.
Y la manipulación de la materia a esta escala hace que la misma reordenada presente características absolutamente no conocidas, por lo que en la práctica se están creado materiales y aparatos totalmente nuevos, muchos de los cuales se producen con muy bajos costos.
Fue el Premio Nobel de Física Richard Feynman quien ya en 1959 habló sobre esta cuestión indicando que si las computadoras trabajaran con átomo individuales se podrían alcanzar velocidades operativas impensadas en el momento.
En los últimos 20 años la nanotecnología ha tenido un gran impulso divulgativo y con importantes presupuestos gubernamentales y privados en investigaciones y productos que ya se están comercializando con más de 500 patentes registradas, incluyendo -por ejemplo- compuestos y materiales para su uso en alimentos, pesticidas, cosméticos, protectores solares, ropa resistente a las manchas, pinturas y recubrimientos automotrices, artículos deportivos y cámaras digitales.
Se esperan muy importantes avances en farmacia y agroquímicos (fármacos sumamente específicos que seleccionan con precisión las células a atacar), medicina (muy pequeños instrumentos que entran en el cuerpo para controlar determinadas células malignas), tecnología de materiales (mejores materiales con menos peso), informática (equipos más veloces), etc.
Todas esta maravillas y muchas otras que se conocerán un futuro próximo atento a que se trata de una disciplina de desarrollo muy reciente, tienen ya su contrapartida: lananotoxicología. Que, como fácilmente indica su nombre, es el estudio de la toxicidad que apareja el uso de las nanopartículas.
O sea que no todo es tan perfecto y ya hay investigadores que están esperando problemas serios. Valga por ejemplo esta revisión realizada por tres autores cubanos:
Por Tamara Forbe (1), Mario García (1) y Eric González (2)
(1) Pharmacy and Food Institute, University of Havana, Av. 23, 21425, CP 13600, Havana, Cuba.
(2) Higher Polytechnic Institute José A. Echeverría, Havana, Cuba
Publicado en el Journal Ciência e Tecnologia de Alimentos, Brasil, vol.31 no.4, Oct.//Dic. 2011
Los autores indican que las nanopartículas pueden ser causa de toxicidad en el ser humano a partir de que las nanoestructuras han demostrado tener propiedades electrónicas, ópticas y magnéticas que están relacionados con sus dimensiones físicas no cumpliendo con las leyes conocidas de la física, por lo que la descomposición de estas nanoestructuras podría conducir a un efecto único tóxico que es difícil de predecir. En consecuencia, realizan una enumeración de los posibles problemas a la salud que se estarían esperando.
Concluyendo que: A pesar de los conocimientos científicos adquiridos en los últimos años en nanotoxicología, los científicos no han sido capaces de prever con precisión el comportamiento y la biocinética de las nanopartículas.
De la lectura del artículo se desprende claramente que al igual que lo ocurrido con los Organismos Genéticamente Modificados, todo cuerpo produce una sombra, y no está mal que ya haya gente advirtiendo de los posibles problemas. A los efectos que los mismos investigadores que patentan novedades y los organismos gubernamentales de control estén muy alertas y no haya sorpresas desagradables y tardías de solucionar.